Minerva
María Argentina Minerva nació el 12 de marzo de 1926. Desde muy niña se destacó por su inteligencia: a los cinco años ya sabía leer y escribir correctamente; y, a los siete, recitaba largos poemas con una gracia encantadora.
Se alfabetizó junto a sus dos hermanas mayores, Patria y Dedé, en una escuelita de Ojo de Agua. A los doce años, son internadas juntas en el Colegio Inmaculada Concepción, en la vecina provincia de La Vega.
La elocuencia y firmeza con que Minerva transmitía sus ideas conjugaban con su esbelta apariencia, haciendo que jamás pasara desapercibida. Amaba la poesía, las flores y los paseos, pero su pasión era la lectura.
Fue a través de la voracidad con que leía y la influencia que ejercían en ella sus conversaciones con su tío José, hermano de su madre y anti trujillista visceral, que la joven comienza a cuestionar el régimen que dominaba al país. La experiencia de haber compartido en el colegio con una niña cuyo padre había sido asesinado por la dictadura, afianzó en ella el rechazo que ya sentía ante la figura del tirano.
Su padre, conocedor de su ideología política y temeroso de las consecuencias que podían acarrear, la obliga a interrumpir el año escolar de 1944-45, tras la formación del movimiento Juventud Democrática. Minerva, logra persuadirlo y regresa al colegio donde se graduó en el año 1946 de Bachiller en Letras y Filosofía. Sin embargo, la chispa de rebeldía ya había encendido en el pecho de esta muchacha brava, quién, en 1947, intentó contactarse con los expedicionarios de Cayo Confites.
Además de su cultivo intelectual y político sistemático, dedicaba parte de su tiempo a otras aficiones relacionadas con el arte: pintaba, esculpía, escribía versos, bordaba, cosía, y disfrutaba de la jardinería.
Tras las bodas de Dedé en 1948, Minerva es llamada a sustituir a su hermana en las labores administrativas de los negocios de su padre. Esta decisión aplaza sus planes de inscribirse en la universidad. Don Enrique, trata de subirle el ánimo, llenándola de mimos. Le compró un carro Ford en una época en que pocas mujeres sabían conducir.
Sus paseos a Santiago y Santo Domingo y las amistades desarrolladas en esos tiempos, marcaron los años más felices de su vida. Destaca su relación con Pericles Franco, un joven brillante que había estudiado medicina en Chile y que, al regresar al país se había integrado al Movimiento Juventud Democrática y participado en la fundación del Partido Socialista. La historia de amor entre sus almas tan afines no llegó a concretarse ya que Franco tuvo que exiliarse tras varios apresamientos en 1949.
Es en octubre de ese mismo año que la altivez de Minerva despierta el fisgoneo del tirano. La familia fue invitada a una fiesta que ofrecía Trujillo en la Hacienda Borinquén en San Cristóbal, cosa que, lejos de generar emoción, despertaba una gran angustia a don Enrique: no asistir era, prácticamente, desafiar la ira del jefe. Minerva llega a la fiesta acompañada de su padre, sus hermanas, Patria y Dedé y los maridos de éstas.
Durante la velada, Trujillo bailó con Minerva y, en su conversación, pudo percibir el desdén con que lo trató aquella joven de, apenas 22 años, cuya hermosura era casi tan deslumbrante como su inteligencia. Perturbados por aquel breve encuentro que puso en evidencia el desprecio que Trujillo causaba en Minerva, deciden marcharse antes de finalizar la fiesta. Su temprana partida, lejos de pasar desapercibida, es interpretada como un desplante al Generalísimo y marca el inicio de años de una obstinada represión contra la familia Mirabal.
Don Enrique y Minerva fueron apresados la semana siguiente al incidente en San Cristóbal. La joven revolucionaria sería liberada el sábado siguiente por el propio Trujillo, tras la promesa de una atemorizada doña Mercedes de que su hija no causaría mayores problemas. “Está, bien…llévesela”, aceptó Trujillo y para cerciorarse de que así fuera, se aseguró de que, a partir de ese momento, cada paso de Minerva estuviese vigilado por sus calieses.
Tras una incansable lucha intentando vencer el temor familiar, Minerva consigue matricularse en la escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en 1952. Infelizmente, al año siguiente, Trujillo da órdenes específicas de que no se le permita reinscribirse. Impulsada por el deseo de continuar con sus estudios, Minerva accede a leer un discurso en un acto en honor a Trujillo celebrado en el Club de Salcedo. A pesar de sentirse humillada, este sacrificio le abrió nuevamente las puertas a la universidad de la que se graduaría en 1957. A pesar de que sus calificaciones fueron sobresalientes, se le negaron todos los reconocimientos académicos y el derecho a ejercer.
Paralelamente a sus días como universitaria, la vida personal de Minerva daba un giro: a pesar de que eran prácticamente vecinos en Santo Domingo, es durante una fogata en Jarabacoa donde Minerva conoce a Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) antes de iniciar su segundo año universitario. La atracción entre los dos fue instantánea y formalizan su noviazgo en enero de 1954.
Se casaron el 20 de noviembre de 1955 y se mudaron a Montecristi, de donde era oriundo Manolo. Procrearon dos hijos, Minou y Manolito. Aun embarazada de su segundo hijo, Minerva viajaba a Santo Domingo para terminar su carrera.
La pareja estaba unida por el amor y por ideales en común: ambos eran antitrujillistas. Serían compañeros en la vida y en la lucha. Durante una reunión en enero de 1959, Minerva, quien ya había adoptado el seudónimo de Mariposa, propone formalmente la formación de un movimiento para enfrentar la dictadura y es así como se articula el movimiento 14 de Junio, que tendría su primer encuentro formal un año después, el 9 de enero de 1960 en la casa de Patria y Pedrito. Algunos testimonios señalan que con su liderazgo, firmeza, capacidad organizativa y claridad política, Minerva podía dirigir el grupo; sin embargo en esa época era inconcebible que una agrupación política formada mayoritariamente por hombres fuera dirigida por una mujer. Manolo fue escogido para presidir el Movimiento en el que se integrarían valiosos jóvenes dominicanos, incluidos los miembros de a familia Mirabal.
El reconocimiento público de la actividad conspirativa de la familia traería consigo la persecución del dictador y el alejamiento temeroso de los tradicionales amigos y clientes del negocio creado por el difunto don Enrique.
Nada amedrentaba a una Minerva decidida a reclutar nuevos integrantes a la causa. Infelizmente, los encarcelamientos de los miembros del grupo iniciaron a menos de un mes de su formación. EL 21 de enero, representantes del Servicio Secreto apresaron a Minerva en la casa de sus suegros en Montecristi mientras Minou lloraba aferrada a su falda. Manolo, María Teresa Leandro, pedrito y Nelson ya estaban en la cárcel.
Fue liberada en febrero y apresada nuevamente el mayo. Esta vez, sería juzgada por atentar contra la seguridad del Estado y condenada a 5 años de trabajos públicos. En apelación, la pena es reducida a 3 años. Fue recluida en la cárcel de la Victoria donde ocupaba sus horas con trabajos de escultura.
Tras la presión internacional ejercida por la OEA, Minerva y María Teresa son liberadas en agosto. Al continuar sus maridos encarcelados, se mudan junto a sus hijos a la casa materna donde cumplirían prisión domiciliaria.
El 25 de noviembre de 1960, pese a las múltiples advertencias de que les podían tender una emboscada, Minerva y María Teresa viajan a Puerto Plata a visitar a sus maridos presos. Su hermana Patria decide acompañarlas. Al regreso, fueron interceptadas por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Las condujeron a un cañaveral y luego a una casa campestre propiedad del dictador en La Cumbre. Junto a su chofer, Rufino de la Cruz, fueron golpeadas salvajemente con palos y otros objetos contundentes hasta provocarles la muerte. Sus cuerpos ya sin vida fueron nuevamente colocados en el jeep en que viajaban el cual lanzaron por un precipicio para simular un accidente.
Han resultado legendarias sus palabras premonitorias cada vez que era advertida sobre lo peligroso de enfrentarse al sátrapa:“….Si me mata, yo sacaré mis brazos de la tumba y seré más fuerte.”